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𝗘𝗹 𝗘𝗻𝗶𝗴𝗺𝗮 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗥𝗮𝘇ó𝗻. ¿𝗜𝗻𝗱𝗶𝘃𝗶𝗱𝘂𝗮𝗹 𝗼 𝗖𝗼𝗺𝘂𝗻𝗶𝘁𝗮𝗿𝗶𝗮?

8 de octubre de 2019

Por Simón Palacios Briffault

𝗘𝗹 𝗘𝗻𝗶𝗴𝗺𝗮 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗥𝗮𝘇ó𝗻. ¿𝗜𝗻𝗱𝗶𝘃𝗶𝗱𝘂𝗮𝗹 𝗼 𝗖𝗼𝗺𝘂𝗻𝗶𝘁𝗮𝗿𝗶𝗮?

Si la razón humana es el producto de la selección natural, ¿por qué está infestada de sesgos cognitivos aparentemente desventajosos? El psicólogo cognitivo Hugo Mercier y el lingüista Dan Sperber publicaron recientemente “The Enigma of Reason” (2017), libro en el que proponen una teoría radicalmente novedosa para explicar este enigma.

El ser humano tiene un amplio abanico de recursos cognitivos adaptados a los desafíos de su entorno natural y social. De entre ellos, la capacidad de razonar conscientemente ha ocupado un puesto honorífico a lo largo de historia de la filosofía, la psicología y la ciencia. Desde la antigüedad la concepción dominante ha sido la siguiente: el conjunto de capacidades que reunimos bajo el título “razón” nos permite inferir fiablemente nueva información, evaluar apropiadamente nuestras hipótesis, resolver problemas complejos y tomar decisiones de modo más seguro.

Sin embargo más de 50 años de experimentación en psicología han puesto en jaque esta visión heredada acerca de la razón. La evidencia de laboratorio muestra que nuestro razonamiento consciente es increíblemente deficiente. No sólo implementamos patrones falaces de inferencia; testeamos hipótesis de modo confirmatorio y autocomplaciente (“sesgo de confirmación”); y resolvemos problemas de modo erróneo (se cuentan más de 100 de estos “sesgos cognitivos”)… ¡Cometemos estos errores de modo sistemático!

¿Cómo podemos explicar que la selección natural genere un rasgo aparentemente tan mal adaptado? La respuesta de Mercier y Sperber es en extremo original. Ellos proponen que la razón no fue seleccionada para tareas cognitivas individuales y aisladas, sino para tareas en grupos que se comunican y cooperan. En resumen, proponen una teoría “interaccionista” de la razón: los procesos que componen nuestro razonamiento consciente han sido seleccionados para producir justificaciones públicas de nuestras creencias y acciones ante los demás. Su segunda función es la de recibir y evaluar las razones que otros individuos nos ofrecen para sus creencias y acciones. La razón, por lo tanto, no está diseñada para las meditaciones solipsistas… ¡la razón es para argumentar!

Uno de los éxitos de esta teoría interaccionista es la sencilla explicación que ofrece del “sesgo de confirmación”. Tenemos una tendencia espontánea a buscar evidencia donde sabemos o sospechamos que encontraremos casos favorables para nuestras hipótesis; a prestar más atención a la evidencia favorable y desatender los casos refutatorios; y a ser extremadamente críticos con hipótesis rivales y bastante condescendientes con nuestras ideas. El sesgo de confirmación es un rasgo de la razón notoriamente desventajoso al emplearla en solitario; sin embargo en contextos interactivos la condescendencia hacia las propias hipótesis y la extrema severidad evaluativa hacia las hipótesis ajenas es un rasgo esperable y hasta deseable. Dado que mis pares evaluarán severamente mis conjeturas, no es necesario que yo pierda tiempo en esta labor… ¡Es una simple división del trabajo cognitivo!

“The Enigma of Reason” presenta una solución elegante al desafío de compaginar nuestra historia evolutiva con una visión realista de la razón y sus limitaciones, mostrando cómo los sesgos cognitivos son atenuados ampliamente cuando razonamos en contextos sociales e interactivos. En IFICC se trabaja en una propuesta diferente para resolver el enigma, esbozada al final de la charla del doctor Pablo Razeto “La Sobrevivencia del más Suertudo”  y presentada en un artículo de próxima publicación. Hasta entonces quedamos atentos a sus comentarios y aportes; ¿cómo resolverían ustedes el enigma de la razón?

 

 

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